La presión arterial en verano puede verse alterada por el calor y afectar de manera especial a las personas mayores. Sin embargo, esta época del año no solo exige cuidar la salud cardiovascular; también trae consigo otro desafío: la intensificación de las alergias respiratorias y cutáneas. El polen, los ácaros, la contaminación ambiental e incluso ciertos alimentos pueden provocar reacciones que, en edades avanzadas, se presentan con mayor intensidad y con un riesgo añadido. Estas alergias no solo generan incomodidad, sino que pueden agravar enfermedades crónicas o interferir en las actividades cotidianas. Desde Residencia Argaluza queremos ayudarte a comprender por qué aparecen, cómo reconocer sus señales a tiempo y, sobre todo, qué medidas adoptar para prevenirlas y tratarlas eficazmente. Esto contribuirá a garantizar una mejor calidad de vida.
Por qué aumentan las alergias en la tercera edad
El envejecimiento trae consigo una serie de cambios fisiológicos que afectan a la manera en que el cuerpo reacciona ante los agentes externos. Uno de los más significativos es la inmunosenescencia, es decir, el envejecimiento del sistema inmunitario. Con los años, las defensas se vuelven menos eficientes a la hora de reconocer y neutralizar posibles amenazas. En algunos casos, estas reaccionan de forma exagerada frente a sustancias que son inofensivas para la mayoría de las personas. Esto explica por qué las alergias, incluso aquellas que no se manifestaron en etapas previas de la vida, pueden aparecer o agravarse en la vejez.
A esta disminución de la eficacia defensiva se suman otros factores. La piel, primera barrera natural frente a alérgenos, se vuelve más fina y seca, lo que facilita la entrada de agentes irritantes. Las mucosas de las vías respiratorias pierden parte de su capacidad para filtrar partículas y retener humedad, lo que hace más probable la irritación por polen, polvo o contaminación. Además, el historial de exposición a lo largo de los años deja una «huella» en el organismo; es decir, el contacto repetido con ciertos alérgenos puede generar sensibilización progresiva.
No podemos olvidar que muchas personas mayores conviven con enfermedades crónicas, como diabetes o insuficiencia cardíaca, que no solo debilitan el sistema defensivo, sino que también pueden complicar la recuperación tras una reacción alérgica. El uso de múltiples medicamentos, situación conocida como polimedicación, también puede potenciar la aparición de reacciones adversas cutáneas o respiratorias. Ya sea por efecto directo o por interacciones entre fármacos.
Cómo cambia el sistema inmunológico con la edad
El sistema inmunológico de una persona mayor no es simplemente «más débil», sino que sufre una reconfiguración. La producción de células T y B, responsables de reconocer y neutralizar patógenos, disminuye. Al mismo tiempo se incrementa un estado de inflamación crónica de bajo grado, conocido como inflammaging, que favorece la aparición de reacciones exageradas ante ciertos estímulos.
Esta combinación implica que las alergias no solo pueden aparecer con más facilidad, sino que también pueden ser más intensas o prolongadas. Un episodio de rinitis alérgica, por ejemplo, podría durar semanas y provocar complicaciones como sinusitis o bronquitis. Del mismo modo, una reacción cutánea puede tardar más en desaparecer y dejar la piel más vulnerable a infecciones.
Otros factores, como una alimentación insuficiente en micronutrientes esenciales, el estrés emocional o un descanso de mala calidad, también afectan a la capacidad defensiva. En entornos comunitarios como una residencia, donde la exposición a posibles alérgenos es constante, estos cambios adquieren todavía más relevancia.

Tipos de alergias más comunes en personas mayores
Alergias cutáneas
Las alergias cutáneas son frecuentes en la vejez debido a que la piel pierde elasticidad, hidratación y capacidad de regeneración. Entre las más comunes encontramos la dermatitis atópica, que provoca enrojecimiento, picor y descamación, y que puede reactivarse en adultos mayores aunque haya permanecido latente durante años. La dermatitis de contacto, en cambio, surge por el contacto directo con sustancias irritantes o alergénicas, como ciertos detergentes, perfumes o metales presentes en la bisutería.
También es habitual la urticaria crónica, que se presenta con ronchas rojizas y elevadas que generan picor intenso, a veces sin una causa identificable. Otro problema creciente es la fotosensibilidad, especialmente en personas que toman medicamentos que aumentan la sensibilidad de la piel al sol. En estos casos, una breve exposición puede provocar erupciones, manchas o quemaduras.
Signos y síntomas frecuentes
En las alergias cutáneas, los síntomas más comunes son:
- Enrojecimiento
- Hinchazón localizada
- Aparición de ampollas o vesículas
- Picor persistente que empeora por la noche o con el calor
En reacciones más graves, la piel puede presentar descamación intensa o lesiones que tardan en cicatrizar.
Alergias respiratorias
Entre las alergias respiratorias, la rinitis alérgica ocupa un lugar destacado. Se caracteriza por congestión nasal, estornudos repetidos y lagrimeo, y puede confundirse fácilmente con un resfriado crónico. El asma alérgico, en cambio, provoca inflamación de las vías respiratorias y genera síntomas como dificultad para respirar, opresión en el pecho y tos persistente.
La exposición a la contaminación urbana, al humo del tabaco o a ambientes con polvo acumulado puede agravar estos problemas. Incluso en personas que nunca habían tenido síntomas alérgicos, la sensibilidad a partículas ambientales puede desarrollarse en la vejez.
Signos y síntomas frecuentes
En las alergias respiratorias, los síntomas más comunes son:
- Congestión nasal constante
- Mucosidad acuosa
- Picor en la garganta o los ojos
- Tos seca o con flema
- Silbidos al respirar
- Sensación de falta de aire tras esfuerzos leves
Alergias alimentarias y medicamentosas
Aunque las alergias alimentarias son más habituales en la infancia, en la vejez pueden aparecer reacciones nuevas, especialmente a alimentos introducidos recientemente o preparados de forma distinta. La disminución de enzimas digestivas y la interacción con medicamentos pueden favorecer la intolerancia o la alergia a ciertos componentes.
Las alergias medicamentosas son otro campo de especial cuidado. Fármacos de uso frecuente, como algunos antibióticos o antiinflamatorios, pueden provocar reacciones cutáneas, digestivas o respiratorias. La combinación de varios medicamentos aumenta la posibilidad de efectos adversos y puede dificultar el diagnóstico, ya que no siempre es evidente qué fármaco es el causante.
Manifestaciones habituales
En las alergias alimentarias y medicamentosas, los síntomas más comunes son:
- Náuseas
- Vómitos
- Dolor abdominal
- Diarrea
- Erupciones cutáneas
- Hinchazón de labios o párpados
En casos graves, dificultad respiratoria o mareos intensos.
Riesgos y complicaciones de las alergias en personas mayores
El principal riesgo es la anafilaxia, una reacción alérgica grave que requiere atención médica inmediata. Además, una crisis alérgica puede descompensar enfermedades crónicas: un episodio severo de asma puede provocar insuficiencia respiratoria en un paciente con EPOC, mientras que una reacción cutánea extensa puede desencadenar infecciones secundarias en piel frágil.
Las alergias persistentes también afectan a la calidad de vida. El picor constante, la congestión nasal o la tos nocturna interfieren en el descanso, reducen la energía y pueden provocar aislamiento social, ya que la persona evita salir o relacionarse por miedo a los desencadenantes.
Cómo prevenir y controlar las alergias en la vejez
La prevención comienza con la identificación de los alérgenos responsables. Un diagnóstico preciso permite adoptar medidas específicas, como modificar la dieta, ajustar la medicación o realizar cambios en el entorno. Mantener una limpieza regular del hogar, preferiblemente con productos no irritantes, reduce la presencia de polvo, ácaros y moho. La ventilación es importante, pero debe hacerse en momentos del día con menor concentración de polen.
El cuidado de la piel es esencial: usar cremas hidratantes sin fragancia, evitar jabones agresivos y protegerse del sol con ropa adecuada y fotoprotectores. En cuanto a la alimentación, una dieta rica en frutas, verduras y grasas saludables contribuye a mantener las defensas en buen estado y puede reducir la inflamación.
La revisión periódica con un especialista es clave, especialmente para quienes toman varios medicamentos. Ajustar dosis, sustituir fármacos que provocan reacciones y planificar el seguimiento evita complicaciones. Además, familiares y cuidadores deben estar informados sobre los signos de alerta para actuar de forma rápida.

Buenas prácticas en residencias y entornos familiares
Las residencias y los hogares familiares comparten un objetivo: ofrecer un entorno seguro que minimice el contacto con alérgenos y, al mismo tiempo, mantenga la calidad de vida. En estos espacios, la prevención ambiental es clave. Una ventilación controlada, la limpieza frecuente de zonas comunes y el uso de purificadores de aire con filtros adecuados reducen la carga de polvo, polen y partículas contaminantes.
El cuidado de la piel debe formar parte de la rutina diaria. Duchas cortas con agua templada, secado suave y aplicación de hidratantes ayudan a mantener la barrera cutánea intacta. En personas con fotosensibilidad, es fundamental planificar actividades al aire libre fuera de las horas de mayor radiación solar y proporcionar sombreros o prendas que cubran brazos y piernas.
En el ámbito alimentario, llevar un registro claro de alergias diagnosticadas evita errores y permite adaptar menús sin comprometer la nutrición. La coordinación con profesionales sanitarios asegura que las dietas especiales se mantengan equilibradas y que no haya restricciones innecesarias que puedan derivar en carencias.
Finalmente, la educación y preparación del personal o familiares cuidadores es fundamental. Saber cómo actuar ante una reacción grave, dónde encontrar la medicación y cómo administrar un inhalador o una inyección de adrenalina puede salvar vidas. Los protocolos claros y los simulacros periódicos garantizan una respuesta rápida y efectiva en caso de emergencia.
Cómo afrontar las alergias estacionales sin dejar de disfrutar del verano
El verano es sinónimo de luz, aire libre y momentos compartidos, pero para las personas mayores con alergias también puede suponer un aumento de síntomas y molestias. La mayor concentración de polen, la exposición directa al sol y la presencia de insectos son factores que conviene tener en cuenta para planificar actividades sin renunciar al disfrute.
Una de las estrategias más efectivas es organizar las salidas en horas de menor riesgo, como a primera hora de la mañana o tras la caída del sol. Esto es, evitar los momentos de máxima polinización o radiación solar. En días de viento fuerte o cuando las previsiones indiquen altos niveles de polen, es preferible optar por actividades en interiores bien ventilados.
La ropa ligera, de tejidos transpirables y colores claros, no solo ayuda a mantener una temperatura corporal adecuada, sino que también protege la piel de irritaciones y picaduras. El uso de gafas de sol y sombreros de ala ancha añade una barrera física frente a polen y rayos UV.
Contar con un pequeño botiquín de verano, que incluya antihistamínicos recomendados por el médico, pomadas calmantes para picaduras y protector solar hipoalergénico, proporciona seguridad y permite actuar rápidamente ante cualquier reacción. Además, mantenerse hidratado y aplicar crema hidratante sin fragancia después de la ducha ayuda a conservar la piel en buen estado y reducir el riesgo de sequedad o inflamación.
Alergias y envejecimiento, una combinación que merece atención
El envejecimiento y las alergias forman una combinación que requiere vigilancia constante. No se trata solo de controlar los síntomas, sino de entender cómo el cuerpo cambia con los años y adaptar los cuidados en consecuencia. Con un entorno seguro, una buena coordinación médica y apoyo emocional, es posible minimizar el impacto de las alergias y mantener la calidad de vida.
En Residencia Argaluza trabajamos cada día para crear un ambiente saludable y adaptado, donde cada uno de nuestros mayores pueda disfrutar de su día a día sin que las alergias supongan un obstáculo para su bienestar.
Referencias consultadas
Cómo controlar sus alergias estacionales como adulto mayor – WellMed Medical Group. (2025, 16 mayo). WellMed Medical Group. http://bit.ly/4oTMz4i
Alergias en la tercera edad: Desafíos y soluciones para una vida plena. (s. f.). http://bit.ly/4mLZCn0

Redactora creativa. En la Universidad de Vigo obtuve un título en Economía, en la Escuela Elisava de Barcelona cursé un posgrado en Creatividad y Publicidad, y entre libros y talleres de escritura creativa, aprendí a escribir. Trato de enfocarme en lo que marcas y clientes buscan, y aportando mi estilo, hacer que su mensaje llegue con mayor claridad a los lectores.