Golpe de calor

Golpes de calor en personas mayores: cómo evitar su peligrosidad

Para las personas de avanzada edad la temporada estival conlleva muchos riesgos. Uno de ellos es el riesgo de sufrir enfermedades relacionadas con el calor; como un episodio de deshidratación, una insolación o un golpe de calor. Hoy nos centraremos en profundizar en cómo evitar o cómo actuar ante un golpe de calor en personas mayores.

Los efectos perjudiciales del calor en las personas mayores

El verano puede ser una época muy alegre, porque nada aporta tanta vitalidad como los días de sol y muchas horas de luz. Sin embargo, existen diversos trastornos vinculados a la época estival, debido a las excesivas olas de calor que suceden en este periodo. Entre estas enfermedades de verano son especialmente preocupantes los golpes de calor en personas mayores, por los riesgos que entraña para este colectivo.

Pensemos que las olas de calor y las temperaturas elevadas han aumentado su incidencia en los últimos años, y lo seguirán haciendo, como consecuencia del cambio climático, producto del calentamiento global. De ahí que el riesgo de padecer deshidratación, insolación o un golpe de calor esté a la orden del día.

Principalmente entre los adultos mayores, por ser la edad avanzada y los problemas de salud previos factores de riesgo a la hora de lidiar con las temperaturas excesivas. De hecho, las estadísticas arrojan cifras muy alarmantes al respecto: el 50 % de las personas fallecidas por golpes de calor son mayores de 65 años.

Por tanto, es importante tomar precauciones para evitar que nuestros mayores sean víctimas de estos cuadros clínicos veraniegos. Quizá la mejor recomendación en los días de altas temperaturas sea que las personas eviten salir al exterior. Es decir, evitar la exposición prolongada al sol, principalmente en sus horas más intensas, las que discurren grosso modo entre las 11.00 y las 18.00 horas del día.

Pero también es recomendable incitar a las personas mayores a que hidraten su organismo tomando agua fresca o bebidas refrescantes a menudo. Este dato debemos tenerlo muy en cuenta, ya que las personas ancianas tienden a no reconocer su sensación de sed.

A continuación vamos a explicar por qué se producen y cómo podemos gestionarlos con eficacia y presteza.

Qué es un golpe de calor

Los denominados golpes de calor tienen su origen en un mal funcionamiento de los centros reguladores del calor del cuerpo —o un fallo en el sistema de autotermorregulación orgánica—. Es decir, a la persona afectada le aumenta la temperatura interna demasiado. Lo que impide a su cuerpo reaccionar de una manera normal, pues los sistemas orgánicos no funcionan adecuadamente, sobre todo los riñones.

Desde una perspectiva clínica, se caracteriza por temperaturas corporales superiores a 40º C y un fallo multiorgánico que, si no se tratan de manera rápida y adecuada, conducen a la muerte.

De forma general, los golpes de calor suelen presentarse acompañados por una disfunción del sistema nervioso central que da lugar a confusión, delirios, convulsiones o coma. Los golpes de calor son tan peligrosos que pueden llegar a provocar el fallecimiento de una persona. Y no necesariamente hablamos de personas mayores o de más de 65 años…

La aparición del golpe de calor está estrechamente relacionada con tres factores propios de los ambientes calurosos: alta temperatura, alta humedad y ausencia de viento. En efecto, cuando coexisten altas temperaturas y humedad, la probabilidad de sufrir un golpe de calor aumenta significativamente.

Así, este fenómeno se produce con mayor frecuencia en ambientes con temperaturas superiores a los 32º C. Si bien, no es insólito encontrarse con casos de pacientes con golpes de calor que han estado conviviendo con temperaturas ambientales de no más de 25º C.

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Golpe de calor

Personas propensas a sufrir un golpe de calor

En efecto, los golpes de calor pueden presentarse en pacientes jóvenes con enfermedades crónicas; deportistas que realizan ejercicio físico intenso o trabajadores que ejecutan esfuerzos físicos bajo un sol inclemente durante unas cuantas horas. O, sin ir más lejos, en adultos jóvenes no aclimatados a las altas temperaturas, como pueden ser los peregrinos que hacen el Camino de Santiago en pleno verano u otros itinerarios de peregrinaje.

En suma, cualquiera de nosotros, independientemente de nuestra edad y condición física, podemos ser víctimas de un golpe de calor inesperado.

No obstante, en el caso de golpes de calor en personas mayores, estos suelen darse en individuos con una patología previa, cuyos mecanismos autorreguladores están alterados. Asimismo, no necesariamente se debe a salidas al exterior o exposiciones solares directas; sino que puede ocurrir en mayores en reposo o encamados, pero que se hallan sometidos a altas temperaturas en sus hogares.

Por otro lado, los tratamientos farmacológicos que sigan pueden tener un efecto adverso sobre sus centros reguladores internos. Por tanto, algunos de ellos resultan factores de riesgo ante las altas temperaturas, provocando anhidrosis —el organismo no es capaz de sudar adecuadamente— o una hipertermia —elevación excesiva del temperatura corporal—.

Ahora bien, existe una importante diferencia entre los golpes de calor en personas que simplemente realizan una actividad física expuesta al sol, ya sea por deporte, trabajo o paseo, y las personas mayores o enfermas crónicas. En los primeros casos, el riesgo de mortalidad suele registrar un 5 %, que ciertamente no es poco.

Sin embargo, en las personas mayores, o adultos jóvenes con patologías previas o en tratamientos con ciertos fármacos, su tasa de defunción llega a alcanzar el 65 %. Precisamente debido a una mayor edad o a la presencia de comorbilidades.

Factores de riesgo o causas del golpe de calor

Además de la exposición prolongada a ambientes calurosos —exteriores o interiores— y la edad cronológica —ya que según envejecemos la sensación de calor se reduce—, existen otra serie de factores de riesgo. Algunos son más ocasionales y otros más proclives, pero en ambos casos, la conjunción entre estos factores y las olas de calor pueden agravar el pronóstico individual.

Los factores de riesgos puntuales que pueden incidir son: padecer episodios de fiebre, resfriado común, gastroenteritis, diarrea, vómitos, deshidratación, falta de sueño, falta de aclimatación al calor. Incluso podríamos mencionar aquí los casos de obesidad.

Por otro lado, factores de riesgo más prevalentes y previsibles serían los mencionados anteriormente como enfermedades crónicas o problemas de comorbilidades. También la falta de una buena hidratación por parte de las personas mayores, que suele ser una tendencia muy marcada en este colectivo.

Por lo demás, el consumo de ciertos medicamentos puede coadyuvar a padecer un golpe de calor. Pues, los antidepresivos, antipsicóticos o antihistamínicos pueden disminuir la sudoración corporal. Mientras que los fármacos cardiovasculares, como los antihipertensivos y los diuréticos, pueden aminorar las respuestas fisiológicas naturales a la deshidratación.

Teniendo en cuenta estos aspectos de riesgo, podemos percibir que las personas mayores son el colectivo demográfico más vulnerable ante las olas de calor. Por su edad, problemas de salud prevalentes y sus correspondientes tratamientos farmacológicos y por su falta de hábitos de hidratación. De ahí que para evitar los golpes de calor en personas mayores sea necesario tomar medidas preventivas y extremar su cuidado.

Síntomas de golpe de calor en personas mayores

Ahora bien, ¿cómo podemos saber que estamos ante un cuadro clínico de golpe de calor? Pues básicamente observando el comportamiento y el aspecto que presenta la persona afectada. En este sentido, los síntomas más característicos de un golpe de calor en personas mayores son:

  • Aletargamiento o sensación de debilidad excesiva
  • Hipertermia o alta temperatura corporal
  • Anhidrosis o ausencia de transpiración
  • Piel seca, caliente y enrojecida
  • Boca pastosa, sin salivación
  • Pupilas dilatadas
  • Dolores de cabeza fuerte
  • Músculos entumecidos, tensos
  • Pulso acelerado y fuerte
  • Respiración dificultosa
  • Mareos, náuseas y vómitos
  • Escalofríos
  • Confusión mental o delirios
  • Descompensación de las patologías de base o crónicas que se tengan
  • Pérdida de conciencia
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Es de suma importancia advertir esta sintomatología, ya que en muchas ocasiones se tiende a infravalorar los golpes de calor en personas mayores. ¿Por qué? Pues porque al no estar precedido por un esfuerzo o ejercicio físico previo, o por confundir sus síntomas con achaques propios de su edad, no se les presta la atención oportuna.

Cómo actuar antes un golpe de calor

Lo primero que debemos señalar en este apartado es la urgencia de actuación ante la presencia de un golpe de calor. Y es que el factor tiempo es determinante, pues cuanto más tiempo lleven en estado de hipertermia, más riesgoso será para su salud y su supervivencia.

Así, realizar un diagnóstico precoz y un tratamiento inmediato para disminuir la temperatura corporal central a menos de 40,5° C en los 30 minutos posteriores a la aparición del golpe de calor, es de vital importancia. En estos casos, la probabilidad de supervivencia es de casi el 100 % en pacientes jóvenes y previamente sanos, por ejemplo. En cambio, cuando la atención médica se retrasa más allá de la media hora, la probabilidad de mortalidad resulta muy alta, cercana al 80 %.

Dicho esto, además de llamar inmediatamente a los servicios médicos de urgencia, podemos hacer algunas cosas hasta que el equipo médico se persona. Entre ellas:

  • Trasladar a la víctima de un golpe de calor a un lugar fresco a la sombra.
  • Desabrocharle o quitarle la ropa que sea posible.
  • Mantenerla en reposo con la cabeza elevada.
  • Humedecerle el cuerpo, sobre todo nuca, frente y antebrazos con paños de agua fría para bajar la temperatura.
  • Activar el aire acondicionado o un ventilador en caso de estar en un espacio de interior. Así como bajar las persianas y cerrar las cortinas para que no entre más calor.

Como se puede apreciar, lo fundamental es tratar de disminuir su temperatura corporal como sea posible.

Diferencias entre deshidratación y golpe de calor en personas mayores

Para finalizar, nos gustaría tocar este último punto, ya que dos de los problemas de salud más comunes debido a las altas temperaturas son la deshidratación y los golpes de calor. Sin embargo, hay diferencias entre estos impactos y, por ende, requieren acciones de atención distintas, según estemos ante una u otro.

La deshidratación consiste en una pérdida excesiva de líquidos o una deficiencia de los mismos en el organismo. Lo cual se soluciona con beber líquidos, especialmente agua fresca. En este sentido, los síntomas de una deshidratación se basan en dolor de cabeza, tal vez náuseas y vómitos, tener la piel pálida y humedecida, la presión arterial debilitada y presentar una sudoración excesiva. Asimismo, a diferencia del golpe de calor, las pupilas y la temperatura corporal son normales.

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En cambio, como vimos, el golpe de calor afecta a la temperatura interna del cuerpo, siendo esta muy elevada. Además, se producen serios problemas de respiración y la sensación de mareo puede ser tan fuerte que la persona llegue a perder el conocimiento.

Así pues, el auxilio que prestemos a una persona con malestar por deshidratación va a ser muy distinto al que proporcionemos a quien haya sufrido un golpe de calor. En efecto, ante un episodio de deshidratación por el aumento de las temperaturas, la persona debe ser puesta en posición de reposo con la cabeza más baja que el cuerpo; además de ser abrigada con ropa para que obtenga más calor corporal.

También es recomendable que, una vez pasada la sensación de náuseas, beba un vaso de agua fresca con media cucharadita de sal cada 15 minutos hasta beber cuatro vasos. En este aspecto, como podéis apreciar, es mucho más sencillo atender eficientemente un problema de deshidratación que gestionar un golpe de calor en personas mayores.

Consejos para evitar el exceso de calor en las personas mayores

En nuestra residencia para ancianos, lógicamente, tomamos muchas precauciones para proteger a nuestros residentes mayores de los trastornos ocasionados por el calor extremo. Así pues, a modo de recomendaciones y consejos, podemos indicaros:

  1. Controlar la ingesta de líquidos o bebidas refrescantes en los mayores. A menudo hay que recordarles que beban para mantenerse lo suficientemente hidratados.
  2. Servir comidas y alimentos más ligeros y refrescantes.
  3. Mantener los ambientes interiores debidamente ventilados, con ayuda del aire acondicionado, al tiempo que bajamos las persianas para evitar que entre el sol en sus peores horas.
  4. Evitar realizar actividades al aire libre o paseos por nuestros jardines durante las horas más fuertes de sol. No obstante, en nuestro centro residencial contamos con numerosos árboles y zonas cubiertas al aire libre que los resguardan y les proporcionan la sombra necesaria.
  5. Vigilar su vestimenta, es decir, que lleven ropas ligeras y veraniegas —principalmente de algodón—, y que utilicen sombreros si están en el exterior.
  6. Avisar a los servicios médicos —en nuestro caso contamos con nuestro propio personal sanitarioante la mínima sospecha de que la persona mayor no se siente bien. Especialmente, extremamos las precauciones y cuidados en aquellas personas que sufren enfermedades crónicas, deterioro cognitivo o están polimedicados.

Finalmente, os recordamos la necesidad de evitar beber bebidas alcohólicas o azucaradas, pues no permiten una buena hidratación del organismo.

Esperamos que esta información y estos consejos sean de gran utilidad para todos vosotros. Porque, al fin y al cabo, aunque centremos este artículo en las personas mayores, toda la ciudadanía puede beneficiarse de esta información sobre el impacto perjudicial de los golpes de calor.

No obstante, desde la Residencia Argaluza os deseamos un feliz y saludable verano.

Referencias consultadas

  • Hospital Victoria Eugenia Cruz Roja (s/f). Golpe de calor, síntomas y pautas de actuación. Recuperado de https://bit.ly/39tYnZi
  • Laxe, S., Zúniga-Inestroza, L. & Bernabeu-Guitart, M. (2013). Manifestaciones neurológicas y su impacto funcional en sujetos que han padecido un golpe de calor. Recuperado de https://bit.ly/3xsk1VL
  • Meléndez-Vela, M. (2016). ¿Deshidratación o golpe de calor? Recuperado de https://wapo.st/3HrAmyy
  • Tanen, D. (2021). Golpe de calor. Recuperado de https://msdmnls.co/3xxxY4C
  • Yic, C. D. & alt. (2016). Golpe de calor. Revista Argentina de Terapia Intensiva, 33(4). Recuperado de https://bit.ly/3mTc1Z8

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