El paso del tiempo afecta a distintos sistemas del organismo. Al igual que ocurre con la Sarcopenia, mantener un equilibrio adecuado de nutrientes y oxígeno es fundamental para conservar la vitalidad. Cuando el cuerpo no produce suficientes glóbulos rojos o estos no cumplen bien su función, puede aparecer la anemia. Por ello, reconocer sus síntomas y actuar a tiempo resulta clave para mejorar la calidad de vida y prevenir complicaciones que, a menudo, pasan inadvertidas en el día a día.
¿Qué es la anemia y cómo afecta a los adultos mayores?
La anemia se define como la disminución del número de glóbulos rojos o de la cantidad de hemoglobina que contienen. Estos glóbulos son los encargados de transportar el oxígeno a los tejidos. Cuando su nivel baja, el cuerpo recibe menos oxígeno del que necesita y aparecen síntomas de fatiga, debilidad o dificultad para concentrarse.
En la tercera edad, la anemia es una alteración especialmente común. No siempre se debe a una enfermedad concreta: el envejecimiento afecta a la médula ósea, donde se fabrican los glóbulos rojos, y puede alterar la absorción de nutrientes esenciales como el hierro, la vitamina B12 o el ácido fólico.
Además, las personas mayores suelen presentar otras condiciones médicas, como insuficiencia renal o inflamación crónica, que reducen la producción de glóbulos rojos. Todo ello convierte la anemia en un problema silencioso, pero con un impacto directo en la salud general, la movilidad y la calidad de vida.
En centros especializados, este tipo de alteraciones se controlan de forma preventiva a través de revisiones periódicas y menús equilibrados que garantizan un aporte adecuado de nutrientes. Detectarla a tiempo es una de las mejores formas de proteger la energía y la autonomía de las personas mayores.
Definición médica de la anemia
Desde un punto de vista clínico, se considera anemia cuando los niveles de hemoglobina descienden por debajo de los valores normales: aproximadamente 13 g/dl en hombres y 12 g/dl en mujeres. Sin embargo, estos límites deben interpretarse con flexibilidad en mayores, ya que pueden influir la edad, el estado nutricional o las enfermedades previas.
Un valor levemente bajo no siempre significa un problema grave, pero sí es una señal de que el cuerpo podría estar teniendo dificultades para regenerar glóbulos rojos. En esta etapa de la vida, los controles médicos y analíticas periódicas son esenciales para detectar la anemia antes de que afecte a la movilidad, el ánimo o el rendimiento cognitivo.
Por qué la anemia es más frecuente en la tercera edad
Con el envejecimiento, el organismo reduce su capacidad de producir células sanguíneas. La médula ósea se vuelve menos activa, el sistema digestivo pierde eficacia para absorber hierro y vitaminas y el apetito tiende a disminuir.
Además, la medicación habitual puede alterar la mucosa intestinal o causar pequeñas pérdidas de sangre que pasan desapercibidas. Estas pérdidas mínimas, mantenidas en el tiempo, pueden derivar en una anemia progresiva.
También influye el entorno: las rutinas alimentarias repetitivas, el aislamiento o la falta de supervisión médica contribuyen a que el problema se mantenga sin detectarse. Por eso, la vigilancia continuada que se realiza en residencias como Argaluza resulta tan importante: permite identificar señales tempranas antes de que aparezca el agotamiento o la pérdida de fuerza.

Principales tipos de anemia en la tercera edad
No todas las anemias son iguales ni se tratan de la misma manera. En personas mayores, los tipos más comunes son los siguientes:
Anemia ferropénica (por déficit de hierro)
Es la forma más habitual. Aparece cuando el cuerpo no tiene suficiente hierro para producir hemoglobina. Las causas suelen estar relacionadas con pérdidas digestivas o una dieta baja en alimentos ricos en hierro.
En los mayores, también puede estar vinculada a úlceras gástricas, hemorroides o tratamientos anticoagulantes. Su detección precoz evita complicaciones cardiovasculares o caídas derivadas de la fatiga.
Anemia megaloblástica (por déficit de vitamina B12 o ácido fólico)
Este tipo se produce cuando faltan las vitaminas necesarias para que los glóbulos rojos maduren correctamente. En mayores, suele deberse a problemas gástricos o intestinales que dificultan la absorción de nutrientes, así como al uso prolongado de fármacos antiácidos.
Además de cansancio, puede causar alteraciones neurológicas leves, como entumecimiento o pérdida de equilibrio.
Anemia de enfermedad crónica
Este tipo de anemia está relacionada con patologías como insuficiencia renal, artritis reumatoide, enfermedades inflamatorias o infecciones persistentes. En estos casos, el cuerpo tiene hierro disponible, pero no puede utilizarlo correctamente debido a la inflamación continua.
Su manejo requiere un tratamiento médico integral que aborde la enfermedad de base.
Anemia por pérdidas de sangre o efectos de medicamentos
Algunas hemorragias digestivas o lesiones intestinales pasan inadvertidas y provocan pérdidas mínimas de sangre que, a lo largo del tiempo, generan anemia. Lo mismo puede ocurrir con el uso prolongado de ciertos medicamentos.
En Argaluza, el control de la medicación y la observación diaria permiten identificar estos signos antes de que se conviertan en un problema grave.
Causas más comunes de anemia en personas mayores
La anemia no es una enfermedad única, sino un síntoma de que algo en el organismo no funciona correctamente. Entre las causas más habituales destacan:
Alimentación insuficiente o desequilibrada
En la vejez es frecuente que disminuya el apetito, ya sea por cambios en el gusto, problemas dentales o digestivos. Las dietas pobres en proteínas o hierro reducen la capacidad del cuerpo para fabricar glóbulos rojos.
Trastornos digestivos que dificultan la absorción
Afecciones como gastritis atrófica, diverticulosis o cirugías previas pueden reducir la absorción de hierro, vitamina B12 o ácido fólico. En estos casos, es necesario adaptar la dieta o incorporar suplementos bajo control médico.
Enfermedades renales, cardíacas o inflamatorias
El riñón produce eritropoyetina, hormona que estimula la formación de glóbulos rojos. Cuando su función disminuye, la producción cae. Las enfermedades crónicas, por su parte, alteran el metabolismo del hierro y agravan la anemia.
Interacciones farmacológicas
Medicamentos como los antiácidos reducen la absorción de hierro. Los anticoagulantes pueden generar pérdidas de sangre imperceptibles. Por eso, la revisión médica de tratamientos prolongados es fundamental.

Síntomas de la anemia en personas mayores
Reconocer la anemia no siempre es fácil: muchos de sus síntomas se confunden con el envejecimiento normal. Sin embargo, hay señales que conviene no pasar por alto.
Signos físicos: cansancio, palidez y mareos
La fatiga es el síntoma más frecuente. También la palidez, los mareos o el aumento de la sensación de frío. En algunos casos, las uñas y el cabello se vuelven más frágiles.
Cambios cognitivos o emocionales
Cuando el cerebro recibe menos oxígeno, aparecen la falta de concentración, la apatía o incluso la somnolencia diurna. Detectar estos cambios es fundamental para prevenir deterioros mayores.
Dificultades respiratorias o palpitaciones
En anemias moderadas o graves, el corazón trabaja más de lo habitual para llevar oxígeno a los tejidos, lo que puede generar sensación de ahogo o palpitaciones.
Cómo se diagnostica la anemia en la tercera edad
El diagnóstico se realiza mediante un análisis de sangre que mide los niveles de hemoglobina, hematocrito y ferritina. No obstante, conocer la causa exacta es igual de importante que detectar el déficit.
Además de la hemoglobina, se evalúan parámetros como el hierro sérico, la ferritina, la vitamina B12 y el ácido fólico. Con esos datos se puede determinar si la anemia es por déficit nutricional o por otra causa.
En ciertos casos, el médico puede solicitar otros estudios complementarios para descartar pérdidas o enfermedades subyacentes.
Importancia del diagnóstico precoz
Una anemia no tratada puede agravar otras patologías y aumentar el riesgo de caídas, deterioro cognitivo o infecciones. La detección temprana mejora el pronóstico y evita complicaciones. En residencias como la nuestra, los chequeos regulares y la coordinación con el equipo médico permiten actuar antes de que la fatiga afecte al bienestar de los mayores.
Tratamiento médico de la anemia en mayores
El tratamiento depende del tipo y la causa de la anemia, pero siempre debe ser individualizado.
Suplementos de hierro y vitaminas
En casos de déficit nutricional, el tratamiento incluye suplementos de hierro, vitamina B12 o ácido fólico bajo prescripción médica. No deben tomarse sin control, ya que el exceso de hierro puede causar efectos adversos.
Alimentación rica en nutrientes
La dieta debe incluir carnes magras, pescado, legumbres, verduras de hoja verde y frutas ricas en vitamina C, que mejoran la absorción del hierro. También es importante mantener una hidratación adecuada.
Tratar la causa subyacente
Si la anemia está relacionada con una enfermedad renal o digestiva, el tratamiento de esa patología es clave para recuperar los niveles normales de glóbulos rojos.
Alimentación recomendada para prevenir y tratar la anemia
La nutrición es una herramienta fundamental para prevenir la anemia. Un menú equilibrado aporta los nutrientes necesarios y ayuda a mantener la energía.
Alimentos ricos en hierro hemo y no hemo
Hierro hemo: carnes rojas magras, hígado, pollo, pescado.
Hierro no hemo: lentejas, garbanzos, espinacas, frutos secos.
Combinar ambos tipos con vitamina C (por ejemplo, legumbres con pimientos o frutas cítricas) aumenta su absorción.
Qué alimentos conviene limitar
El café, el té y los lácteos en exceso dificultan la absorción del hierro. Conviene no tomarlos junto a las comidas principales.
Cuidados complementarios en residencias y hogares
El entorno de cuidado influye enormemente en la prevención. En residencias como Argaluza, la observación diaria nos permite detectar cambios sutiles: pérdida de apetito, sueño excesivo o menor movilidad.
La actividad física adaptada, los ejercicios de estimulación y la convivencia activa también mejoran la circulación y el estado de ánimo, contribuyendo al bienestar general. Combinar actividades como caminar, hacer ejercicios suaves o participar en talleres motrices ayuda a estimular la oxigenación y favorecer la regeneración de células sanguíneas.

Una detección a tiempo mejora la calidad de vida
La anemia es un trastorno frecuente en la vejez, pero también uno de los más fáciles de controlar si se aborda con prevención. Una alimentación adecuada, revisiones médicas regulares y una atención coordinada ayudan a mantener la energía y la autonomía durante más años.
En Residencia Argaluza, el seguimiento médico, la observación diaria y la atención nutricional personalizada forman parte del cuidado integral que ayuda a prevenir y tratar la anemia, manteniendo la salud y el bienestar de cada residente.
Referencias consultadas
Urrutia, A., Sacanella, E., Mascaro, J., & Formiga, F. (2010). Anemia en el anciano. Revista Española de Geriatría y Gerontología, 45(5), 291-297. http://bit.ly/4oiNVFj
J, A. B., C, P. R., Sanz, M., I., Gurtubai, E., I., J, G. R., De Galdeano L, G., & De Buruaga Renobales J, S. (1998, 15 octubre). Prevalencia de anemia ferropénica en el País Vasco. Atención Primaria. http://bit.ly/46ZrrCT

Redactora creativa. En la Universidad de Vigo obtuve un título en Economía, en la Escuela Elisava de Barcelona cursé un posgrado en Creatividad y Publicidad, y entre libros y talleres de escritura creativa, aprendí a escribir. Trato de enfocarme en lo que marcas y clientes buscan, y aportando mi estilo, hacer que su mensaje llegue con mayor claridad a los lectores.

