Desde los centros residenciales nos implicamos plenamente en erradicar el aislamiento social en el adulto mayor como parte de nuestro compromiso social. Pues, la soledad no deseada y el aislamiento social son uno de los grandes riesgos para la salud y el bienestar de las personas mayor. Todo un fenómeno social en nuestros días que debemos combatir entre todos, si queremos disfrutar de una sociedad longeva con calidad de vida.
La soledad en las personas mayores: Un problema social y de salud pública
La pandemia puso sobre la mesa un fenómeno social que se venía gestando en nuestra sociedad desde hace tiempo: la soledad no deseada de las personas ancianas. Una cuestión que no solo adquiere tintes sociales, sino de salud pública. Pues la soledad crónica está relacionada con mayores índices de enfermedades cardiacas, depresión, enfermedades neurodegenerativas e incluso suicidios. De ahí que el aislamiento social en el adulto mayor nos preocupe tanto.
Y es que estudios recientes ofrecen datos alarmantes sobre los efectos adversos que tiene la soledad no deseada en la calidad de vida. Y más aún: en la salud de las personas mayores, entendida ésta como el grado de bienestar físico, mental, emocional y social que se tiene.
Los factores de riesgo son diversos, pero el impacto de la sensación de soledad y sobre todo el aislamiento social tiende a ser similar. Desde sentimientos de tristeza o episodios de depresión o ansiedad hasta pérdida de memoria progresiva, sedentarismo y deterioro físico. Es por ello que la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que la viudez y el aislamiento social impactan sobre la salud física y mental, reduciendo los años de vida.
Y ambas condiciones —viudez y soledad emocional o aislamiento— son circunstancias muy frecuentes a partir de la tercera edad. De hecho, nos hacemos eco de algunos datos estadísticos autonómicos del último lustro. Según los Servicios Sociales del Gobierno vasco un total de 104.000 personas de más de 65 años viven solas en Euskadi. Asimismo, 49.000 personas mayores son usuarias del servicio de teleasistencia porque residen solas. Muchas de las cuales son octogenarias o nonagenarias y/o presentan algún tipo de discapacidad.
Ante esta realidad, los centros para la tercera edad tratamos de combatir el aislamiento social de los adultos mayores, así como su falta de cuidados de calidad. Principalmente, intentamos aportar soluciones a este problema social fomentando el envejecimiento activo.
Las consecuencias del aislamiento social en el adulto mayor
La literatura científica nos recuerda continuamente que los seres humanos somos seres gregarios. Por tanto, las relaciones sociales y el sentimiento de pertenencia a una comunidad resulta prácticamente una necesidad básica.
Así lo atestiguan las investigaciones neurocientíficas que aseguran que para el cerebro la actividad social es una necesidad tan importante como alimentarse. Y, por ende, nuestra calidad de vida depende del grado de buenas relaciones sociales que mantengamos.
En efecto, aquellas personas que cuentan con redes sociales sólidas tienen una mayor probabilidad de vivir más tiempo en mejores condiciones. Es decir, con mayor grado de satisfacción, felicidad, motivación y autoestima.
Sin embargo, como hemos mencionado, la ausencia de contacto social puede generar graves consecuencias para la salud física, mental y emocional. Y es que sin interacción social, las personas se deprimen y se angustian, lo que puede reforzar aún más su sentimiento de soledad; creándose así un círculo vicioso difícil de romper.
A su vez, un bajo estado anímico suele dar lugar a un débil estado inmunológico y un déficit considerable de estimulación cognitiva, o sea, provoca involución mental. Pensemos que, en ausencia de vida social, la persona pierde la actividad mental que proporciona el aprender cosas nuevas, estar informados, conversar con los demás. Lo que la predispone, en cierta forma, al deterioro cognitivo o el desarrollo de la demencia.
Además, la soledad y el aislamiento prolongados pueden llevar a la pasividad excesiva, lo cual exacerba la pérdida de capacidades funcionales y ejecutivas. En otras palabras, la soledad puede generar situaciones de incapacidad o dependencia prematuras.
Por todo ello, en nuestro centro residencial apostamos por la realización de múltiples actividades físicas, cognitivas y lúdicas grupales a diario. Así, les animamos a mantenerse en buena forma física y mental o cognitiva, al tiempo que amplían al máximo sus relaciones personales.
Cómo combatir la soledad y el aislamiento social en el adulto mayor
Sin duda, el envejecimiento y la discapacidad van más allá de la necesidad de una asistencia sociosanitaria. También se precisa una atención psicosocial y emocional que fomente el autocuidado, el aprendizaje a lo largo de la vida, la participación social o el ocio activo y productivo. Acciones que, si los mayores llevasen a cabo, reducirían sus posibilidades de verse abocados a la soledad no deseada y al sedentarismo.
Pero, quizás, uno de los problemas que incentivan el aislamiento social en el adulto mayor sea la falta de entornos adaptados a sus necesidades y limitaciones. Porque sí, hacen falta espacios y sociedades exentas de prejuicios edadistas que implementen una cultura gerontológica y ofrezcan mayores servicios a este colectivo.
No obstante, los centros residenciales como Argaluza proyectamos una mirada humanista hacia las personas de edad avanzada. Lo que significa que nos preocupamos por ofrecer una atención integral a la par que personalizada en cada usuario mayor. Donde conjugamos la atención asistencial y sanitaria con un apoyo emocional que los motive a mantenerse activos y sentirse valiosos. Que los impulse a seguir adelante con el proyecto de vida que cada persona posee.
Asimismo, consideramos que el mejor modo de erradicar el aislamiento social en el adulto mayor es ofreciéndole un hogar comunitario. Esto es, un lugar donde se sientan en casa y puedan seguir desarrollando su vida social, independientemente de sus limitaciones de salud. De ahí que los centros para mayores seamos espacios inclusivos y cumplamos una importante función social de apoyo y acompañamiento.
Así, parte fundamental de nuestra misión es empoderar a las personas mayores y fomentar el contacto social de todo tipo. Y es que la compañía, así como seguir un estilo de vida saludable y activo, es clave para el bienestar y la longevidad de nuestros residentes.
Trabajamos por erradicar la soledad no deseada y el aislamiento social de las personas mayores
En suma, nuestro centro residencial nació con la plena convicción de crear un espacio para que todas las personas mayores envejezcan con calidad de vida. Para lo cual nos centramos en tres aspectos básicos, interconectados entre sí, a saber:
- Ofrecer un modelo de atención centrado en la persona, como ser individual, con su propia personalidad, necesidades, deseos y expectativas.
- Aplicar un marco de acción focalizado en el envejecimiento activo, promoviendo la participación activa de nuestros residentes en nuestro centro. Desde la toma de decisiones y la libertad de acción en las actividades de la vida diaria del centro hasta su participación en actividades psicosociales diversas.
- Y combatiendo el aislamiento social mediante una convivencia residencial cohesionada, que los mayores sientan como una comunidad a la que pertenecen. Así, tratamos de reforzar sus relaciones sociales con el personal, los otros mayores y sus familias, para que no padezcan ninguna sensación de soledad.
En este sentido, un elemento clave para hacer sentir a la personas mayores queridas, valoradas y respetadas es conocer sus historias de vida. Porque es desde este conocimiento individual desde donde los profesionales podemos incentivarlas a que mantenga vivo su proyecto personal. Es decir, que tengan ilusiones y motivación para mantenerse activas y seguir dando lo mejor de sí. Y, por supuesto, que en Argaluza se sientan como en casa y viviendo en una gran familia.
Sin duda, las residencias para mayores realizamos una labor comunitaria de gran importancia social al velar por el bienestar de las personas de edad avanzada. Pues nuestra labor sociosanitaria no solo se enfoca en la atención asistencial y cuidado geriátricos; sino también en ser un espacio de punto de encuentro e integración social de los mayores para que jamás se vean abocados al aislamiento social y todas sus consecuencias nefastas.
Referencias Consultadas
- Arranz, L. & alt. (2009). El aislamiento social durante la vejez empeora el deterioro cognitivo, conductual e inmunitario. Recuperado de https://bit.ly/32Bysbo
- Kaplan, D. & Bergman, B. (2019). Personas mayores que viven solas. Recuperado de https://msdmnls.co/3klRlF9
- Sohn, E. (2020). ‘El aislamiento es inevitable, por lo que hay que adaptarse’: consejos para combatir la soledad. Recuperado de https://nyti.ms/3KNlydy
- Torres, A. (s/f). Cómo superar la soledad: 5 claves para romper el aislamiento. Recuperado de https://bit.ly/3vKIhCW
- Vázquez, M. (2019). La soledad no deseada en los mayores. Un problema de todos. Recuperado de https://bit.ly/3kLc73H
Redactora de comunicación en la Residencia Argaluza