La alimentación, así como la cultura culinaria, conforman nuestro ser individual y social. Y más aún cuando se tratan de personas mayores, las comidas no solo los alimentan, sino que les nutre a nivel emocional, psicológico y social. En este post vamos a saborear los múltiples beneficios que depara todo taller de cocina y repostería para los adultos mayores.
El fascinante binomio entre la cultura culinaria y el bienestar personal
En la Residencia Argaluza amamos realizar con nuestros residentes talleres de cocina o de repostería por los numerosas ventajas terapéuticas que ofrecen. Especialmente para las personas mayores, que encuentran satisfacción, concentración y regocijo cada vez que se ponen a preparar una receta elegida.
En efecto, cualquier taller de cocina encierra para ellos un significado personal que los terapeutas ocupacionales podemos exprimir en su beneficio. Pues, la cultura culinaria forma parte de ese elenco de pequeñas cosas cotidianas que van conformando nuestras historias mínimas.
Y es que las comidas que elaboramos o los alimentos que ingerimos son elementos claves de ese rompecabezas que supone nuestra vida personal. Nos describen, dan significado a nuestra vida diaria y desprenden una poderosa conexión con nuestro mundo emocional a través de los sabores y los aromas.
Sin duda, para las personas ancianas, elaborar recetas de platos tradicionales no solo los hace sentirse como en casa; sino que también los sumerge en recuerdos significativos y les ayuda a regular sus estados anímicos.
De ahí que realizar un taller de cocina con nuestros mayores les aporte un sinfín de beneficios funcionales, cognitivos, psicoemocionales y terapéuticos. Además, de resultar una actividad cultural y de orientación a la realidad fabulosa —¡y deliciosa!— cuando se unen ciertos platos o postres a determinados eventos socioculturales.
Ahora que llegan las fiestas navideñas, es un buen momento para sacar a relucir el inmenso arte culinario que atesoran las personas mayores. ¡Porque no hay comida más exquisita y satisfactoria que la que preparan las abuelas y los abuelos, ¿verdad?!
El impacto positivo para las personas mayores de cocinar platos tradicionales
La alimentación está muy vinculada a la calidad de vida de todas las personas, pero cobra más énfasis en las personas mayores. Y es que a través de la comida podemos realizar diversas acciones que les generan bienestar y placidez.
Somos lo que comemos, de eso no hay duda. Pero no solo porque de la calidad de los alimentos que ingerimos depende nuestro bienestar fisiológico. Sino principalmente por ese contenido emocional y simbólico que asociamos a las comidas.
En efecto, la comida, tanto en su elaboración como en su degustación, repercute en la salud global de los mayores. Por un lado, porque les aporta una salud física más enérgica. Por otro, porque la comida, especialmente aquella que alude a la cocina tradicional, activa emociones y sensaciones placenteras en los comensales.
Es decir, el consumo de ciertos platos culinarios incentiva el bienestar emocional y trae reminiscencias de tiempos pasados ligados a la vida familiar. Pero aún hay más: la comida nutre la vida social, al reforzar el sentimiento de pertenencia a una comunidad. De hecho, ahí están los platos típicos vinculados a la cultura gastronómica o la celebración de eventos sociales particulares.
Así, las personas ancianas otorgan a la comida un valor que va más allá del mero aspecto nutricional. Para ellos despierta recuerdos familiares o de la infancia; significa una muestra de afecto y supone un legado cultural que quieren compartir con las nuevas generaciones. Y, por supuesto, es fuente de momentos entrañables cuando son compartidos con otros miembros de un grupo.
Resumiendo, las elaboraciones culinarias conllevan un componente de identidad alimentaria, tanto individual como colectiva. Ya que evoca recuerdos personales, activa la memoria gustativa, influye en el estado anímico, tiene mucho de ritual y se circunscribe a un contexto social tradicional compartido.
Los beneficios de un taller de cocina para los adultos mayores
Como actividad psicosocial y terapéutica, un taller de cocina o un taller de repostería tiene mucho que ofrecer a las personas mayores. Pues resulta una actividad básica de la vida diaria muy completa, que en Residencia Argaluza aprovechamos para trabajar o ejercitar diversas áreas, como:
- La memoria y atención: la preparación o degustación de platos tradicionales evoca recuerdos de episodios pasados. Los sabores y aromas despiertan la memoria gustativa de los mayores. Y hacer la lista de ingredientes necesarios y seguir los pasos para elaborar una receta, obliga a ejercitar la memoria y otras funciones cognitivas.
- El lenguaje: se puede incentivar a los usuarios a ejercitar la función lingüística haciéndoles escribir las recetas o la lista de compra de los ingredientes. O bien, pidiéndoles que relaten la preparación de un plato o compartan historias personales vinculadas a ellos.
- El cálculo: con las recetas se trabajan muchas cuestiones numéricas: proporción o cantidad necesaria de cada ingrediente para elaborar un plato o un postre para tantas personas, etc.
- Sus funciones físicas y motoras: se ejercita mediante el manejo de utensilios de cocina para preparar los alimentos o mediante la propia acción de elaborar las recetas. Así, los mayores trabajan las destrezas psicomotoras finas y gruesas, la coordinación, la fuerza, etc.
- Las capacidades sensoriales: el aroma, sabor o presentación de los alimentos estimula todas las capacidades sensoriales como: gusto, tacto, olfato y vista. Dichas capacidades se entrelazan con la memoria gustativa.
- El desarrollo emocional: la alimentación y la cocina están intrínsecamente relacionada con la afectividad y las emociones para muchas personas. El estado anímico repercute en cómo nos alimentamos y viceversa: la comida puede mejorar el estado emocional. Asimismo, cocinar supone una actividad útil y, como tal, refuerza la autoestima y el sentimiento de valía en muchos mayores.
- La integración social o socialización: los talleres de cocina se llevan a cabo como dinámicas grupales, por lo que favorece la colaboración y la interacción interpersonal. De igual modo, al compartir la comida preparada con el grupo, se refuerza los lazos afectivos entre todos.
Talleres de cocina como ejemplo de actividad cultural para los mayores
Además de los aspectos terapéuticos y de ocio activo que aportan los talleres de cocina, resulta una magnífica actividad cultural. Puesto que muchos platos que los mayores elaboran están estrechamente relacionados con eventos o festividades tradicionales.
No en vano, la Unesco califica a la alimentación —y a ciertas dietas regionales— como patrimonio inmaterial indispensable en el desarrollo del universo cultural tradicional. De ahí que la alimentación y la gastronomía potencien nuestra calidad de vida como individuos insertados plenamente en un tejido social y cultural determinado. Y esto es un hecho que debemos explotar con nuestros mayores.
Es por ello que sea habitual que realicemos algún taller de cocina cuando estamos celebrando festividades tradicionales como Navidad, Año nuevo, carnavales, el día de san Juan u otras fiestas.
Por tanto, vemos cómo la actividad culinaria remite a nuestros residentes a la celebración de una festividad y al mantenimiento de la tradición cultural. Lo cual convierte a los talleres de cocina en una acción llena de encanto y alegría, donde los mayores disfrutan realizando una actividad hogareña tan estimulante. Al tiempo que hacen un servicio a los demás, al compartir sus creaciones culinarias. Por ende, toda actividad gastronómica brinda una doble satisfacción.
Finalmente, cabe resaltar que los talleres de cocina como actividad cultural aumentan la sensación de bienestar personal de las personas de edad avanzada. Pues les permite mantener vigente sus costumbres personales, que también son apreciadas como hábitos tradicionales, lo que les hace sentirse respetados y a gusto.
Así pues, aunar la preparación y degustación de platos de cocina tradicional con celebraciones de toda índole genera un impacto emocional maravilloso. Asimismo, dejarles a los propios mayores cocinar les llena de ilusión, motivación y autoestima, pues se sienten productivos al retomar viejos roles activos. ¡Y es que a todos nos gusta sentirnos anfitriones!
La importancia del servicio de cocina en nuestra residencia
El objetivo primordial que buscamos siempre en la Residencia Argaluza es que los mayores se sientan como en casa estando en nuestro centro residencial. Y el taller de cocina, y la degustación de sus propias creaciones culinarias, supone un recurso ideal para lograrlo.
Asimismo, en Argaluza contamos con un servicio de cocina propio, donde elaboramos nuestros menús saludables, basados en dietas específicas y personalizadas a cada residente. Y es que la alimentación sana y exquisita de nuestros mayores es una prioridad para nosotros.
Sin duda, más allá de ofrecerles la posibilidad de participar en talleres de cocina o repostería, cuidamos mucho el bienestar de las personas mayores a través de la alimentación. De ahí que el servicio de cocina sea una pieza primordial entre nuestros servicios integrales y personalizados; donde los alimentos de temporada y locales son imprescindibles, por lo mucho que significan para nuestros residentes. Sí, esos productos frescos y naturales de toda la vida que tanto valoran los mayores y tantos recuerdos les trae.
A fin de cuentas, de eso se trata: de darles servicios que les aporten alegría y satisfacciones. Además de un espacio físico y simbólico —la cocina— donde puedan expresar su pasión o su utilidad, y mantener su estilo de vida.
En suma, nos gusta concebir nuestro centro residencial como un espacio de encuentro, donde nuestros mayores puedan compartir sus tradiciones y sus talentos. Y donde todo residente se sienta anfitrión y comensal, disfrutando de sus propias creaciones culinarias o compartiendo una buena mesa plagada de platos llenos de cariño.
Referencias consultadas
- Ledesma, I. J. (2015). Sarcopenia y desempeño ocupacional de las actividades básicas de la vida diaria en mayores institucionalizados. Recuperado de https://bit.ly/3ij9yo2
- Troncoso Pantoja, C. (2018). Patrimonio gastronómico en personas mayores. Recuperado de https://bit.ly/36MjosY
- Troncoso-Pantoja, C. & al. (2019). Significado emocional de la alimentación en personas mayores. Recuperado de https://bit.ly/36ErZ17
Redactora de comunicación en la Residencia Argaluza